martes, 14 de septiembre de 2010
Me canse de la Ciudad! De Wall Street al turismo rural
Huir de Nueva York, la jungla de cemento donde los sueños se cumplen (según canta la gran voz de Alicia Keys), y marcharse a vivir a las montañas. Este es el recorrido vital que han experimentado dos ex intermediarios de Wall Street, Gregory Henderson y Joseph Massa. Cansados de las incomodidades urbanas, hartos de la presión inherente al sector financiero y afectados por el impacto de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, decidieron cumplir su sueño: abrir un hotel rural en las montañas Catskills. El establecimiento, que hoy se encuentra en fase de expansión, ha revitalizado el municipio de Roxbury, situado a tres horas en coche de Manhattan. Su ampliación es un buen exponente de la mejora de la salud del turismo rural en la zona.
Henderson, licenciado en Empresariales y actor amateur, trabajó durante cinco años en el sector financiero de Nueva York. Lo que empezó como un empleo temporal se convirtió en una ocupación absorbente y en dos años llegó a ser uno de los vicepresidentes de la entidad para la que trabajaba. Con los ingresos acumulados durante esta etapa, el empresario se dedicó a comprar inmuebles, primero un apartamento en Manhattan y, después, una segunda residencia en las Catskills. Sin embargo, su sueño de tener un negocio propio le inquietaba y, ahogado por un trabajo poco creativo, decidió que tenía que cambiar de vida cuanto antes. Los atentados del 11-S le recordaron que la vida es demasiado corta y fueron el aguijón definitivo que le llevó a abandonar Wall Street, sobre todo después de que un amigo le comentara que un antiguo motel en Roxbury, de 1961, estaba en venta. Tras visitarlo, los dos socios decidieron comprarlo para reconvertirlo en un hotel rural con encanto, bautizado como The Roxbury, al que se mudaron a vivir en 2003.
El motel ha contribuido a revitalizar Roxbury, un pequeño municipio que fue relanzado en el siglo XIX por el magnate del ferrocarril Jay Gould y donde todo son casas de madera blanca. El pueblo, que hoy tiene una población de 2.364 habitantes, ha atravesado distintas crisis económicas. El sector turístico, que es su principal sustento y que llegó a tener una capacidad de 1.500 habitaciones, fue perdiendo peso con los años hasta casi desaparecer. The Roxbury rompió esta tendencia y el hotel es hoy el principal reclamo del municipio rural, donde sólo existen tres restaurantes y dos cafés y donde actualmente se puede comprar una casa con terreno por menos de 200.000 dólares. Los ingresos medios por hogar de Roxbury ascienden a 32,214 dólares anuales, según los últimos datos oficiales del Censo.
El establecimiento, cuyas 27 habitaciones cuestan entre 99 y 335 dólares en función de la temporada, se ha convertido en un destino para vacaciones y escapadas de fin de semana, que desde su apertura ha atraído a visitantes de 27 países, como España, Sudáfrica, China, Nueva Zelanda, Argentina, Rumanía, Italia y Reino Unido.
Los dueños, aprovechándose de la recuperación de la primera economía del mundo, están en plena expansión y han levantado un segundo edificio que inaugurán en breve. Henderson me contaba este fin de semana que así podrán ofrecer espacios para conferencias y un spa en condiciones, mucho mejor que el pequeño centro de belleza que tiene hoy. Este crecimiento del hotel beneficia a restaurantes cercanos como Public, donde este fin de semana era imposible encontrar una mesa sin haber hecho reserva previa.
Los dos socios no son los únicos que sacan partido a la recuperación del turismo en Roxbury. Cassie & Bob, propietarios de Cassie’s Cafe, viven gracias a la explotación de uno de los céntricos bares del pueblo, donde toda la comida (exquisitos los huevos) se hace bajo pedido, con lentitud. Si uno tiene prisas, mejor no entrar en este municipio de las Catskills, donde el tiempo parece congelarse y donde, por la noche, uno puede ver más estrellas en el cielo que en toda su vida junta. Aunque no podría vivir aquí siempre, alabo la valentía de Henderson, que al cumplir su sueño ha revitalizado un pueblo lleno de encanto.
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