martes, 26 de enero de 2010
Turismo cultural y turismo rural
Turismo cultural y turismo rural, de la mano en FITUR
Hay que reconocer que la palabra 'cultura' y la palabra 'turismo' se llevan bien. Cuando la 'cultura', no en vano es la palabra femenina de la pareja, ha tomado la iniciativa, el 'turismo', no en vano es la masculina, se ha dejado conducir.
Así pues, puede decirse sin temor a equivocarnos que ambos, en la actualidad, constituyen un buen ejemplo de armonía, de colaboración e intereses comunes. Veamos cuánto dura, pero, en cualquier caso, que dure mucho tiempo... Y después de este extraño soliloquio, vayamos a lo que nos ocupa, que no es otra cosa que el llamado 'turismo cultural', y todo cuanto le rodea, o así, en la región, en Extremadura.
Quizá sea ésta una de las ideas-clave a la hora de analizar y/o reflexionar, mínimamente, sobre un área en continua progresión (toda la 'progresión' que permite la crítica situación actual, claro está) de la economía autonómica, como lo es la turística. En este sector, Extremadura no es ni 'extrema' ni 'dura', sino todo lo contrario. La Feria Internacional de Turismo que se avecina (Madrid, del 20 al 24 de enero) es una excelente excusa para meditar como con conceptos como «innovación, frescura, dinamismo» (términos de marketing que propone Turismo Extremadura) se puede enmarcar, justificar y hasta definir esta golosa parcela financiera de la región. «El turismo supone el 4'2 por ciento de nuestro producto interior bruto, una cifra importante y nada desdeñable». Son palabras de la directora general de Turismo de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura, Manuela Holgado. Así mismo, mientras, por ejemplo, el turismo cultural se fortalece y sigue consolidando sus ofertas, aparecen nuevos referentes o subsectores, que van desde el 'turismo ornitológico' al 'de golf', pasando por el 'de negocios' o el 'termal'. La imaginación al poder, pues, en una industria que avanza, lenta, pero segura, en el atrincherado panorama actual de la economía extremeña.
«Hemos de ofrecer una Extremadura abierta al siglo XXI -explica Manuela Holgado- en la que se busquen nuevas vías de desarrollo, abiertas a la experiencia. Extremadura ya es conocida por su patrimonio y es evidente que, hoy en día, se trata de un destino muy apetecible. Además, un aspecto que debemos resaltar es que, en el contexto general de la actual crisis, el sector turístico extremeño se ha comportado bastante bien». Sirvan algunos datos significativos como ejemplo de la buena salubridad que ofrece el sector: el incremento del número de hoteles de cuatro estrellas (de 36 a 44, entre 2008 y 2009) y, curiosamente, el descenso en el número de pensiones (de 71 a 59, en el mismo periodo de tiempo) y el nacimiento de nuevas hospederías como un medio de «reequilibrio socio-territorial». Algunas de estas hospederías ubicadas, además, en edificios singulares, con la consiguiente rehabilitación y conservación del patrimonio que este hecho supone. El hecho puntual, pues, de que crezca el número de hoteles de cuatro estrellas y a la vez decrezca el de las pensiones es un fenómeno digno de estudio, y hace suponer que algo está cambiando en el perfil del visitante turístico de la comunidad.
Asimismo, a fecha del día 31 de octubre de 2009, la región de Extremadura contaba, en total, con 503 establecimientos hoteleros, 652 casas rurales y 114 establecimientos extrahoteleros. La cifra resultante es de 1.269, lo que supone un total de 39 establecimientos más que en el mes de diciembre del año anterior. Y otro dato que, sin duda alguna, parece también contundente y refuerza la visión de la directora general de Turismo. Se trata del aumento global del número de pernoctaciones en los establecimientos de Extremadura (que en el año 2008 fueron de más de dos millones y media), en un 8% de porcentaje medio. Son números que pueden arrojar cierta luz a lo expuesto o, en cualquier caso, permiten visualizarlo en su contexto más inmediato, aunque ni decir tiene que solo son indicadores.
«Cada vez más, el turista busca nuevas experiencias, actúa con independencia de las empresas operadoras (reserva, por ejemplo, por Internet) y reparte escalonadamente el tiempo de sus vacaciones», explica Manuela Holgado. Estos trazos y otros muchos todavía por definir («estamos trabajando en el proyecto de un observatorio regional que nos permita ver con claridad el comportamiento del turista», avanza la directora general), ofrecen un nuevo perfil del consumidor/usuario de productos turísticos que, sin duda alguna, también irá afectando los hábitos y maneras del propio sector. «Simplemente, no podemos reducirnos a lo clásico. Estamos abiertos a un turismo de las experiencias, de ideas. Un turista culto y de calidad, respetuoso con lo que se encuentra a su paso, ya sea naturaleza, ya sea patrimonio».
Por otra parte, sigue observando la máxima responsable de la Dirección General de Turismo, «el turismo de interior le está comiendo territorio al tradicional de sol y playa».
En resumen, que también en este ámbito, como en cualquier otro de la actividad humana, los condicionantes no sólo derivan de la consabida y reiterativa crítica situación económica que se atraviesa, sino también de la misma evolución natural humana, esto es, sociológica. A este respecto, y a efectos legales, la Administración extremeña elaboró a lo largo del pasado año un borrador del anteproyecto de la Ley de Desarrollo y Modernización del Turismo en Extremadura y posteriormente, durante este año que acaba de nacer, se llevará a cabo su desarrollo reglamentario.
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